sábado, 11 de septiembre de 2010

¿Mendocina , tierra productora de Trigo y cebada? en sus primeros tiempos

En el siglo XIX la actividad triguera y de molienda del grano adquirió en Mendoza una relevancia excepcional, a tal punto que en determinados tramos de ese
lapso constituyó la principal actividad económica provincial y particularmente en la zona norte de lo que hoy conocemos como San Martín junto con la siembra de forrajeras destinadas al engorde de ganado. Durante el período colonial, Mendoza y Cuyo en general no tenían como mercado permanente a Buenos Aires y al Litoral para sus cargas de harina y trigo, sino excepcionalmente con motivo de crisis extraordinarias de producción. Por el contrario, su mercado natural estaba dado por regiones vecinas como San Luis y Córdoba, dado el alto costo de los fletes. Examinaremos lo ocurrido después de la revolución de mayo. Para ello primero daremos un bosquejo de lo acaecido en el orden nacional e internacional de productos.
1. El mercado nacional e internacional de trigo
La agricultura no tuvo un desarrollo importante en el Litoral durante el primer
medio siglo independiente. Por el contrario gran parte del oeste se autobastecía
como el caso de San Juan, Mendoza, Catamarca y Tucumán y aún tenían excedentes. En la mayor parte de ese tiempo y aún hasta fines de la década de 1860, el país y específicamente la región del Litoral no obtuvo ni siquiera su propio
autoabastecimiento de trigo y harina. En efecto, un informe sobre el comercio
exterior menciona que desde 1816, año en que el precio del trigo oscilaba entre 2 y
4 pesos por fanega, declina la producción del cereal por el aumento del pastoreo. De
este modo en 1819 se importa trigo chileno y desde 1820 harina de Estados Unidos.
Así en 1822 se introducían 47.960 barriles de harina provenientes en su mayor parte
de Norteamérica. Esa situación continua hasta la década de 1860, en la que se registraron las siguientes introducciones al país:
Importaciones de trigo y harina (1863-1867)
Años Trigo(fgas.) Harina (qq)
1867 62.378 76.305
1866 7.l09 28.256
1865 14.239 42.212
1864 21.286 22.416
1863 20.675 21.407

El abastecimiento a Buenos Aires de trigo no era muy abundante,ello fue como consecuencia de la competencia de sus terrenos con la ganadería, de la falta de seguridad (por las luchas civiles y los ataques indígenas), la carencia de mano de obra en cantidad y calidad, la ausencia de alambrados para separar la actividad pecuaria de la puramente agrícola y los altos costos de los fletes.
Poco a poco todos esos factores se fueron revirtiendo con motivo de la conquista del
desierto (1879), el fomento de la inmigración (1856 en adelante), la introducción del
alambrado y el tendido de líneas férreas (desde 1857) y la baja de los fletes
marítimos.
Todo este proceso permitió un formidable incremento de la producción, al
igual que una marcada disminución de los costos de obtención y transporte y de este
modo se posibilitó el aprovechamiento pleno de las ventajas comparativas argentinas
y su inserción en los mercados mundiales4.
De este modo las exportaciones pasaron desde 2.000 toneladas en 1886 a
2.680.000 en 1909 y la producción desde 114.000 unidades en 1875 hasta 4.250.000
en el citado 1909.

2. Mendoza y el mercado nacional
Como vimos en el punto anterior, en el período independiente, la escasez de cereal se intensifica en el Río de la Plata. De este modo algunas cargas de productos mendocinos comienzan a llegar al mercado porteño. Así en 1827 (uno de los años del bloqueo portugués del Río de La Plata) de 1.098 cargas de harina y
trigo salidas de Mendoza, de un total de 3.326 iban a Buenos Aires y 469 a Santa Fe,
o sea 23.5005arrobas en total llegaban al Litoral del país.
En la década de 1830 estas exportaciones parecen hacerse más regulares.
Así en el quinquenio 1831/1835 se introducen un promedio anual de más de 400 arrobas para incrementarse significativamente en los siguientes períodos del modo que se consigna6:
Introducciones de trigo mendocino en Buenos Aires (1831/1845)
Período Promedio Anual
1831/1835 423 @
1836/1838 2.488 @
1839/1842 6.898 @
1843/1845 43.219 @

Como se advierte luego de un crecimiento más o menos persistente pero moderado hasta 1842, se da un incremento significativo en el período 1843/1845 para luego declinar, aunque en forma un tanto errática (los valores van desde 4.479 arrobas en 1849 hasta 30.646 arrobas en 1847) en el último cuatrienio considerado.
Lo ocurrido parece tener que ver con la producción bonarense de trigo la cual resulta descendente desde 1837 hasta 1841 . A partir de 1844
comienza a regularizarse la producción y el abastecimiento de trigo y los precios
bajan. De este modo se explica la declinación en la exportación de harinas
mendocinas desde 1845 en adelante.
En la década de 1850, no obstante, se incrementa la demanda del litoral,particularmente desde Rosario, gran centro distribuidor para el N.E.el norte y aún Buenos Aires. Así en 1856 se exportan casi 100.000 arrobas de harina mendocina y en 1860 alrededor de 60.000, de las cuales, en el último caso, el 87% van al
Rosario. Esta situación parece mantenerse en años posteriores, ya que Mendoza
sigue exportando harina hasta 1903 aunque con altibajos. Así en 1881 y 1882 se exportan 86.873 y 142.117 arrobas respectivamente, pero entre 1870 y mediados de
1877 no se había exportado . No obstante su participación en el mercado nacional
tanto de este producto, como de su materia prima irá perdiendo relevancia. Veamos
algunos números al respecto.
En Mendoza aparece una marcada declinación en la producción después de 1882. Pero al mismo tiempo si nos vamos para atrás intuimos la trascendencia de Mendoza en el orden nacional. Su importancia se incrementa si tomamos la producciones en lugar de superficies cultivadas. En 1852 se producía de 90.000 a 100.000 fanegas18 de cereal mendocino . Apenas una década antes el trigo provisto al mercado de Buenos Aires, de la misma zona, oscila entre 30.000 y 100.000 fanegas (entre 1836 y 1841). De lo expuesto y de otros antecedentes podemos concluir que en esos años y aún hasta mediados de la década de 1860 Mendoza proveía entre el 15% y el 25% de la producción nacional, dado los altos rindes de sus sementeras.
Respecto al trigo de Mendoza dice Hudson que era “de la mejor calidad y de
un producto admirable”. Agrega que “ ordinariamente se compra en la cosecha de 6 a
8 reales, en tiempos en que se ha dado lugar a nuestras harinas en el mercado de
Buenos Aires, viene a ser la primera y más valiosa de nuestras producciones
exportables”20. Aunque aquí no se aclara suponemos el precio se refiere a una
fanega.
Maeso, anotador de Parish, no coincide totalmente con Hudson, de cuya obra indica haber tomado notas, al igual que de informaciones brindadas por el Dr.Bernardo de Irigoyen, quien estuvo varios años en la Provincia. El libro por Maeso traducido y ampliado, terminado en 1854, menciona al trigo como un de los productos
de mayor escala y que la única plaga que sufre es la langosta, la cual “ atacó las
plantaciones el año anterior [creemos en 1853] de manera desoladora”.Menciona la obra que “ son innumerables los molinos que hay para la elaboración de las harinas y todos tienen siempre ocupación. Son movidos por agua.
Algunos indican que la harina mendocina, “que se trae una que otra vez a Buenos
Aires, adolece de gusto desagradable”, lo que parece “provenir de que siembran el
trigo en terrenos generalmente ya sembrados de alfalfa”.
Hace referencia finalmente a los problemas de exportación para cubrir los costos. La harina mendocina no puede competir con la norteamericana que se expende a 10 reales la arroba (40 reales quintal, o sea 5 pesos). Lo propio ocurre con el rico almidón que se elabora del trigo y se extrae para otras provincias. El examen de los antecedentes del molino Correas nos permitirá saber qué ocurrió en los años posteriores a estas apreciaciones de Maeso.
En cuanto a la producción de trigo a lo largo del siglo en Mendoza, para
satisfacer la demanda interna, como de fuera de la provincia fue evolucionando más
o menos como hemos señalado antes en la segunda mitad del siglo: de las 90.000
fanegas de 1852 se pasó a 150.000 dos décadas después y llegó casi a 400.000 en
1883. A partir de allí se inicia una declinación que se traduce en que se exporta por
última vez trigo y harina en 1903. A partir de allí la decadencia de la producción es
mucho mayor. Así según el censo de 1914 la superficie cultivada decae a 2.323
hectáreas y en 1936 se reducirá a tan solo 450 hectáreas, es decir que Mendoza se
transforma en importadora de trigo y posteriormente, harina.
La elaboración de esta última, por su parte, se realizará por muchos años en
sus molinos, pero se reducirá el número de éstos.

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