miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA ECONOMIA DEL NORTE DE SAN MARTIN HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX

Durante la segunda mitad del siglo XIX,la zona norte del actual departamento de San martin en la provincia de Mendoza experimentó importantes modificaciones en su estructura productiva que le hacieron pasar de un modelo agrario basado en el cultivo de cereales de secano y alfalfa, cuya producción estaba orientada para el engorde y posterior comercialización hacia Chile del ganado procedente del sur de Córdoba y Santa Fe a un sistema que, sin eliminar el anterior se basaba, en la medida que el ferrocarril unía al norte de Mendoza con los mercados de consumidores de Buenos Aires, en el desarrollo del modelo agroindustrial vitivinícola. A partir de este momento, las técnicas de producción capitalista se incorporaron a las tierras regadas y más fértiles. A ello se debe añadir una segunda fase, que comprendió el primer tercio del siglo XX, caracterizada por la diversificación de la estructura productiva agrícola y el desarrollo de otros cultivos de regadío, como los frutales, las hortalizas y el olivo, destinados preferentemente al consumo urbano nacional y en conexión con una incipiente industria conservera.

Éstos cambios tuvieron mucho que ver el aumento de la demanda de alimentos en la medida que se incrementaba la incorporación de emigrantes, principalmente del Mediterráneo, con unas costumbres y dietas que los convertían en consumidores de productos similares a los de sus países de origen8 . Esta expansión debe encuadrarse entre las nuevas condiciones que a nivel internacional se le exigió a la Argentina agroexportadora, y que fue posible por la existencia de una infraestructura viaria, capitalización agroindustrial y, sobre todo, por la incorporación de activos laborales. Para que todo ello fuera posible era necesario, en un entorno climático semidesértico, la canalización y la optimización de los recursos hídricos .

La consecuencia fue que durante los últimos años del siglo XIX y primer tercio del XX, se modificaran los modelos de crecimiento agrario hacia una reorientación de los cultivos basada en la diversificación de la oferta. Era la única opción de dar respuesta a una crisis internacional donde las cotizaciones unitarias de los productos agrarios descendían provocando la pérdida de renta de los productores, todo ello motivado por la internacionalización de la economía mundial a consecuencia del acortamiento de las distancias entre continentes por la revolución de los transportes.


DEL PREDOMINIO DEL SISTEMA CEREAL A LA ESPECIALIZACIÓN VITIVINÍCOLA.

Es preciso mostrar una instantánea sobre la organización del suelo agrícola a mediados del siglo XIX, donde las condiciones agroclimáticas con ausencia de precipitaciones, determinaban la elección de cultivos que fueran resistentes a largos períodos de sequía. En este sentido, los cereales de secano se convirtieron en los cultivos que mejor se desarrollaron y en los que, como más adelante mostraré, ocuparon las mayores extensiones de superficie agrícola.

A mediados del siglo XIX, el norte de San Martin en Mendoza mantenía una estructura productiva basada en el comercio de ganado a Chile. El cultivo de la alfalfa en todas las tierras aptas para el desarrollo de esta planta, los cereales, -principalmente trigo-, y los viñedos, constituyeron la trilogía hasta las décadas 1870 y 1880, donde la burguesía agroindustrial cuyana insertó la región en los mercados nacionales de productos agrícolas. Cereales y cultivos para la ganadería estaban asociados, y constituyeron la base de la economía agraria hasta que la llegada del ferrocarril provocó una mayor especialización basada en la vitivinicultura. La alfalfa era la base de un comercio lucrativo, el trigo sostenía una incipiente industria harinera y también de exportación, y el vino se convirtió en la principal base económica de la provincia. No obstante, también se alcanzó un mayor grado de diversificación con otros productos como nueces, frutas, verduras, aceitunas, maíz y cebada.

En 1852 debe añadirse un nuevo flujo comercial a través del Pacífico, propiciada por el crecimiento que estaba experimentando Estados Unidos, al convertirse en importador neto de productos vitícolas (vinos, uvas de mesa y pasas) y en general de frutas secas. En las décadas anteriores a 1870, el país norteamericano llegó a consumir el 11 % de la producción mundial de pasas y California se convertía en el estado donde el desarrollo de una potente agricultura y de su principal ciudad, San Francisco, demandaba toda clase de productos mediterráneos y muy especialmente aquellos de rápida aclimatación. En este contexto, la burguesía propietaria mendocina respondió a las demandas de estos nuevos mercados, con los que realizó operaciones comerciales de frutas secas (pasas de uva y de higos, orejones, manzanas y peras) y de otros productos de primera necesidad. En estos años de relativo dinamismo comercial se produjo un incremento de la tierra cultivada, aumento que se llevó a cabo gracias al mantenimiento del modelo tradicional basado en el cultivo asociado alfalfa-cereales en los terrenos incultos y la vid.

Los cereales junto con las plantas forrajeras ocuparon casi la totalidad de la superficie agraria útil desde mediados del siglo XIX. En 1864, concentraban el 94, 28 % de las tierras dedicadas a la producción agrícola, valor que desciende en casi 13 puntos porcentuales, al 81,70 % en 1895. Estos estan ocasionados en la medida en que el cultivo de la vid se consolidaba como alternativa más rentable. A partir de este momento, las vides dejaron de ser un cultivo asociado, produciéndose la especialización y la búsqueda de variedades de calidad. El cultivo del trigo se hacía con procedimientos rudimentarios donde la mecanización era muy escasa, tan sólo se incorporaban algunas máquinas a la trilla. Era obvio que la productividad unitaria, el grado de comercialización, el acceso a los mercados de consumo más importantes y la fertilidad de las tierras de La Pampa húmeda, eran suficientes elementos disuasorios como para que los cereales mendocinos fueran desplazados. La búsqueda de especializaciones se imponía como una estrategia que debía ser canalizada y desarrollada conjuntamente por la clase propietaria, y las autoridades provinciales y estatales. Parece ser que fueron ellos los que crearon el marco propicio para el desarrollo de la especialización vitivinícola y, en consecuencia, para la modernización del sector agrario.

El aumento de la superficie dedicada a la vid fue la respuesta de los agricultores a las nuevas condiciones que crearon el cambio de modelo de desarrollo en Mendoza. Entre ellas, se debe mencionar la incorporación de un espacio hasta el momento marginal al capitalismo internacional encabezado por Gran Bretaña. Por la revolución técnica en los transportes marítimos y terrestres, el territorio se convirtió en proveedor de materias primas agropecuarias. El incremento de la producción y el avance de las líneas ferroviarias hacia el oeste, hacen perder competitividad a las tradicionales actividades mendocinas: la ganadería y el cultivo de cereales. Es el momento en que el viñedo aparece como una alternativa económica para los intereses de la oligarquía agraria, como lo demuestra en términos absolutos el incremento de la superficie que pasa de 3.479 has en 1864 a 11.753 has para 1895. La demanda expansiva de vinos mendocinos tuvo como consecuencia inmediata el fuerte crecimiento de la superficie ocupada, como lo indica el que en 1936 se alcanzasen las 100.000 has y una producción de 7.070.411 hls.

En cuanto al resto de los cultivos, en los frutales deben incluirse todo tipo de árboles tanto de secano como de regadío: durazneros, damascos, higueras, manzanos, ciruelos, membrillos, perales, limoneros, naranjos, almendros, pomelos, cerezos y olivos. Respecto a este último, y a pesar de estar introducido desde el periodo colonial20, no se convirtió en un cultivo de importancia, sino que estuvo habitualmente asociado a la vid y a otros árboles frutales. Lo prueba el dato de 1908, en el que tan sólo estaban plantadas un total de 20 has21. No obstante, a partir de la década de los años treinta se promueve su cultivo como alternativa a la crisis que se estaba produciendo en el subsector vitivinícola en este período. En opinión de algunos historiadores mendocinos, la crisis mundial de la década de los treinta, la Guerra Civil española, e inclusive la II Guerra Mundial, provocaron un efecto de sustitución de importaciones que repercutió en un incremento de la superficie cultivada, dejando de ser asociado y plantándose por primera vez en las lomas de los montes

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